LOS REYEZUELOS, PARTE II.

En el número de julio de 1999, en esta página apareció un artículo que titulé "Los Reyezuelos" (puede consultarse en Internet), donde confesaba que tuvieron razón quienes al principio del actual sexenio me tacharon de ingenuo por haber creído en las promesas de Juan Antonio Bargés, Director General de Aeronáutica Civil, de impulsar la aviación general. Concluía dicho artículo con la frase: "Pero reconocer que me ganaron, no significa perder el optimismo. Mi esperanza está en la democracia."

Hoy, un año después, mi optimismo y esperanza se han visto recompensados con el triunfo de Vicente Fox. Confío en que terminarán los compadrazgos y no se pondrá la Dirección General de Aeronáutica Civil en manos de otro advenedizo ajeno al medio, y que podrá, al menos en parte, subsanarse el terrible daño que seis años de torpeza o mala fe han causado a la aviación mexicana.

Mucho es lo que hay que corregir, empezando por las Leyes de Aviación y Aeropuertos y sus reglamentos, que discriminan a la aviación general y entorpecen su práctica con medidas que bajo el pretexto de contribuir a la seguridad aérea y combatir el narcotráfico, fomentan la corrupción.

Habrá que devolver a la DGAC el prestigio que alguna vez tuvo y restaurar su autoridad de entidad rectora de la aviación civil, que hoy está en manos de policías, militares e inversionistas.

Habrá que recuperar para el Estado la soberanía de la red aeroportuaria nacional, que es parte de la infraestructura estratégica del país y debe manejarse con criterio social y no como un negocio donde lo importante son las utilidades.

Habrá que poner en los puestos clave a los mejores técnicos y administradores, a los más honrados, y pagarles lo justo para que no se vean tentados a aceptar la propina, o pedir la "mordida" que compense el injusto salario.

Sé que sobrará que hacer y faltará tiempo. Sé que no habrá milagros y no los espero.

Lo que sí espero es que se darán pasos firmes y se sentarán las bases para un sano desarrollo de la aviación general mexicana.

Lo que sí espero es que los cientos de miles de pilotos privados que hay al otro lado de la frontera empiecen a perder el miedo de cruzarla con sus aviones.

Lo que sí espero es que en todas las dependencias de gobierno, especialmente las de aviación, desaparezcan para siempre los nefastos reyezuelos.

Lo que sí espero es no tener que reconocer dentro de seis años, con millones de mexicanos, que fui ingenuo al creerle a Fox.