No deja de asombrarme la debilidad humana por las cifras redondas. Recientemente pasé unos días en Italia, celebrando los "veinticinco" años de casado y por todas partes encontré obras de restauración de templos, preparándolos para el "Jubileo" decretado por el Papa, el año de fiestas religiosas en preparación del 25 de diciembre del año 2000, día en que el Cristianismo celebrará los "dos mil" años del nacimiento de su fundador. De vuelta a Xalapa, el editor del NotiAMPPA, piloto que también es mi suegro, me comentó que en dos meses más cumpliría una meta: sesenta números, cinco años de publicación. Independientemente del magnetismo de la cifra redonda, me parece un logro muy importante. Quien haya alguna vez publicado periódica y regularmente sin beneficio económico, por amor al arte, como decimos, sabe el esfuerzo y las dificultades que implica. Cada mes hay que reunir el material disponible y cuando no lo hay, crearlo. Hay que sentarse frente a la pantalla en blanco de la computadora y escribir, aunque a veces se sienta que lo que está en blanco es el cerebro. En la mayoría de los casos las colaboraciones recibidas contienen pequeños errores gramaticales que hay que corregir, pero hay ocasiones en que son serios y el trabajo de reescribir tratando de preservar la intención y estilo del autor, es mayúsculo. Cuando todo está listo, hay que armar las páginas tratando de balancear el contenido y ajustar los textos al espacio disponible. Al final, por más que se revise, siempre habrá errores y no queda más que apechugar la culpa. Mientras el boletín está en la imprenta, hay que actualizar la base de datos, imprimir las etiquetas y pegarlas a los sobres, lo mismo que las estampillas postales. Encima de todo, el boletín cuesta y hay que pagarlo del bolsillo si no hay en caja y cargárselo al costo de las horas voladas en el año. El boletín empezó como una hojita fotocopiada que se distribuía entre los pilotos de Xalapa. Hoy llega mensualmente a casi cuatrocientos socios de FEMPPA. Quienes como El Zopilote Vengador y yo, escribimos mensualmente una columna, ocasionalmente somos recompensados con generosas palabras de aliento de sufridos lectores. El doctor Mario de la Garza ha sido felicitado elogiosamente por
muchos de los artículos que en estos años ha escrito. Algunos
jocosos, otros serios y otros más, enérgicos ante las arbitrariedades
que padecemos. Al acercarnos al número sesenta, con o sin asombro
ante la cifra redonda, me parece de justicia felicitarlo por lo que no ha
escrito: por el esfuerzo realizado con cariño mes con mes, para que
este boletín llegue sin falta a tus manos. |