LA RELATIVIDAD DEL ERROR

Xalapa y Naolinco son dos ciudades relativamente cercanas, de elevación similar y separadas por una barranca. Desde una ciudad se ve la otra. Los naolinqueños son personajes folclóricos y en Xalapa se cuentan muchas anécdotas sobre su espíritu.

Se dice que un alcalde emprendedor ofreció en su campaña por el voto llenar la barranca de agua y convertir a Naolinco en "puerto de altura"; otro, preocupado por la superación de sus conciudadanos puso en el parque un letrero que rezaba "si usted no sabe leer y escribir, acuda al palacio, donde se le enseñará gratuitamente". A mí no me constan estas anécdotas, pero tuve una experiencia que me inclina a creerlas: cuando era estudiante de arquitectura realicé ahí un trabajo escolar mientras se construía un nuevo palacio aprovechando algunos muros del edificio que albergaba la cárcel. Cuando llegó el momento de destechar las celdas, surgió el problema de qué hacer con los presos. El Presidente en turno lo resolvió de acuerdo a las tradiciones del lugar, poniendo un letrero que decía "le cae de madre al que se salga por arriba".

Pues bien, entre los asiduos concurrentes a los desayunos semanales de la AMPPA, hay un ingeniero de ascendencia naolinqueña, que cuando el cirujano que preside la asociación comentó que Xalapa y Naolinco están exactamente a la misma elevación, murmuró algo como "pues en Naolinco no les haría mucha gracia esa afirmación, porque allá siempre se han sentido un poco más arriba". "Pues me consta -refutó el médico- porque desde los quirófanos del hospital Civil de Xalapa he observado Naolinco a través de un teodolito a nivel".

Ante argumento tan contundente, el ingeniero empezó a tomar su desayuno mientras los demás nos preguntábamos que hacía un teodolito en un quirófano. De repente, detuvo el tenedor en el aire y dijo "doctor, ¿tomó en cuenta la curvatura de la Tierra?".

Isaac Asimov, escritor científico muy famoso por sus libros de ciencia ficción, publicó en 1986 un artículo titulado "La Relatividad del Error". Dice Asimov que el cuarto de siglo más notable de la ciencia se dio entre 1905 y 1930, período en el que se formularon la Teoría de la Relatividad que explica las reglas básicas que gobiernan el universo y las relaciones mutuas gravitatorias entre sus componentes grandes y la Teoría Cuántica, que explica las reglas básicas que rigen las partículas subatómicas y sus relaciones mutuas.

Estas dos teorías corrigieron pequeñísimos errores relativos que en nuestra vida diaria no tienen importancia, pero son fundamentales en el mundo científico. Para explicar como un pequeño error relativo puede ser muy importante basta el siguiente ejemplo: si una pista de aterrizaje de un kilómetro de largo estuviera ligeramente abombada de modo que su centro quedara seis centímetros más alto que las cabeceras, aún el piloto más exigente la consideraría perfectamente plana. Sin embargo, esta pequeña diferencia es la que hace que nuestro planeta sea esférico y no plano.

De modo similar, las modificaciones que hizo Einstein a las teorías de Newton son tan diminutas, que las Leyes de Newton siguen siendo válidas no sólo en nuestro planeta, sino en todo el sistema solar. Pero para mediciones a mayor distancia o subatómicas la diferencia que existe entre cero y casi cero segundos (0.0000000033 de segundo), que es lo que tarda la luz en recorrer un metro, se vuelve relativamente tan importante como los seis centímetros de abombamiento en el centro de la pista.

La pasada Navidad recibí una felicitación verbal deseándome "lo mejor en 1999, el último año de nuestro milenio". "Muchas gracias ­dije a mi felicitador- aunque el nuevo milenio no llegará hasta el primero de enero del 2001". Me miró como si fuera yo tan mentiroso como el Presidente (me refiero a Clinton) y dijo: "mira, todo mundo se está preparando para recibir dentro de un año el nuevo milenio, y cuando el cuentakilómetros de mi auto llega a dos mil kilómetros es porque ya tiene dos mil kilómetros". El espíritu naolinqueño nos invade.

A la docena de lectores de Hangar Siete, que con ésta página inicia su quinto año de publicación, les deseo muchos vuelos felices en este nuevo año.