Que tanto es un arte volar, puede apreciarse si se miran, con adecuada perspectiva, los casos en que el arte de volar deja de serlo y el piloto de volar y se estrella. La perspectiva en esto es importante porque con las estadísticas de aviación, hoy en dia es posible probar cualquier argumento, en favor o en contra. La realidad es que, quitando a los de aerolínea y a los estudiantes, el resto de pilotos civiles sigue sufriendo demasiados accidentes. Volar aviones pequeños es peligroso aunque las estadísticas de accidentes de vuelo mejoren año con año. Esto es manipulación de números. Una falacia. Hay quienes creen que aviones más seguros harían el vuelo más seguro. Esos aviones existen (baste mencionar el Ercoupe) y a pocos atraen, porque el problema de la inseguridad es de naturaleza humana. Parte del atractivo de volar es que sea potencialmente peligroso. Todo piloto está orgulloso de su habilidad. Vuela con seguridad, no porque el avión sea seguro, sino por que él es hábil. La seguridad depende de él. El problema es que la mayor parte de los accidentes no tiene que ver con la falta de habilidad, sino con la falta de criterio. Pero ¿porqué un piloto que era seguro bajo la mirada de un instructor deja de serlo cuando cuando nadie lo supervisa? Para responder hay que analizar los temores de un piloto. En primer lugar, teme a la falla del motor, que es una de las más raras causas de accidentes y de las que menos fatalidades produce cuando el piloto mantiene el avión bajo control hasta llegar al suelo (desafortunadamente, muchas fallas de motor terminan en barrenas). En segundo lugar, un piloto le teme al mal tiempo repentino, que es también muy raro. Los accidentes en mal tiempo generalmente son porque el piloto no hizo un ciento ochenta oportuno. Llama la atención que la mayoría de los pilotos que no han recibido capacitación de instrumentos, crea que puede hacerlo "por un rato" si llegara a ofrecerse. El tercer temor de un piloto es a la falla de la estructura o mandos del avión. Por este concepto hay, sin embargo, aún menos fatalidades que por aterrizajes de emergencia. Curiosamente, entre los temores de un piloto no está el motivo principal de la absoluta mayoria de accidentes: la falta de control del avión por culpa suya. Un piloto orgulloso de su habilidad (¿y quién no lo está?) no siente que pueda entrar en barrena sin haberse dado cuenta antes que el avión perdió velocidad, que los mandos se aflojaron, que todo vibra, etc. Eso sólo le pasa a los torpes. Todo piloto es entrenado, en cierta forma, con rigidez: altitudes, velocidades, patrones, virajes de tantos grados, alturas para nivelar, etc. y cuando se siente "libre" de todo eso quiere usar su libertad: hacer un viraje ceñido ascendiendo en el despegue, un pase bajo sobre su casa, círculos a baja altitud sobre el rancho de sus amigos o por lo menos vorrasear la pista; quiere sentir la satisfacción de haber llegado cuando el tiempo estaba para llorar (¡no cualquiera!) o aterrizado cuando apenas se lograba ver la pista. Si los pilotos fueran seres inteligentes y razonaran, no temerían tanto a las fallas de motor, mandos o estructura, ni al mal tiempo. Temerían a su falta de criterio, a su mal juicio, a su engreimiento y a su orgullo, que es lo realmente peligroso del vuelo. Baste decir que si estos factores se eliminaran, el numero de accidentes fatales se reduciría casi a cero.
Nota: El texto anterior está extractado y traducido de un artículo
escrito por Leighton Collins (el padre de Richard L. Collins, de la revista
Flying) y publicado en su revista "Air Facts" ¡en 1943! |