Manfred von Richthofen es probablemente el aviador más conocido del mundo. El triplano de "El Barón Rojo" es la imagen romántica de la aviación misma en una época donde la única ley aeronáutica vigente era la de la Gravedad. Lo notable es que fama tan grande la logró en brevísimo plazo. Nació en 1892, aprendió a volar cuando iba a cumplir los veinticuatro años de edad y murió antes de alcanzar los veintiseis. Derribó su primer avión enemigo en abril de 1916 y para enero era ya el piloto vivo con más victorias en la aviación alemana. Durante los meses de mayo y junio de 1917 no realizó vuelos; se dedicó a disfrutar de su fama, compartiendo el vino y la mesa con el Kaiser y otros dignatarios. En agosto probó el prototipo del triplano Fokker, pero siguió utilizando su biplano Albatros cuando los compromisos sociales se lo permitían. En marzo de 1918 empezó a volar con regularidad el triplano; el día 12 derribó el primer enemigo y en las siguientes cinco semanas, quince más. El domingo 21 de abril, a las 10:50 de la mañana, "El Barón Rojo" murió atravesado por una bala cuando buscaba su victoria número ochenta y uno. El triplano Fokker era un avión caza pequeño y lento, aún para su época, pero no torpe. Medía 5.7 metros de largo por 7.1 de envergadura y hasta los bombarderos ingleses lo alcanzaban en vuelo nivelado. La agilidad y el régimen de ascenso eran su única defensa y mejor arma: podía alcanzar los 13000 pies en once minutos. Mientras se mantuviera maniobrando era imposible ponerlo en la mira, pero si seguía un rumbo fijo se volvía presa fácil. Esto fue lo que probablemente acabó con Von Richthofen, aunque los alemanes afirmen que fue un disparo desde tierra. Parece ser que a Wilfred May, un piloto canadiense de la RAF que apenas sabía volar, se le atascó la ametralladora de su Sopwith Camel. Indefenso, se alejaba del campo de batalla cuando "El Barón Rojo" se lanzó en picada sobre él; pero May volaba tan erraticamente por su terror e inexperiencia que "El Barón" no podía apuntarle y éste, contra su costumbre, lo siguió por demasiado tiempo, volando demasiado bajo y sin cuidarse la espalda, por donde llegó Roy Brown, otro canadiense, y le atravesó el dorso de un solo disparo. El pasado siete de octubre el aeropuerto de Córdoba, Veracruz,
recibió merecidamente el nombre de "Juan Antonio Perdomo Díaz",
un aviador entusiasta y apasionado y miembro fundador de la AMPPA que, como
Manfred von Richthofen, logró mucho en muy poco tiempo. Hace un año,
la naturaleza le aplicó, ante nuestro ojos, la vieja Ley de la Gravedad.
Descanse en Paz. |